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14 noviembre, 2008 a las 15:00 #33175
Alabo a Aldadis por incluir una reseña del libro sobre Salvador Vila, insigne arabista y rector de la Universidad de Granada en 1936, asesinado por el bando franquista a comienzos de nuestra desdichadísima Guerra civil. Lo pueden leer los usuarios de Aldadis en la sección Diván (Historia del arabismo español). Deseo añadir que en el otro bando, el republicano, se produjo una acción igual de repugnante. Me refiero al asesinato de Melchor Martínez, fraile agustino y profesor de árabe de la Universidad Complutense. Melchor Martínez, por cierto, tenía buenos amigos republicanos, como Claudio Sánchez Albornoz, cosa que importó poco o nada a sus verdugos.
Viajó por el norte de África y Oriente Medio, investigando en manuscritos y perfeccionando sus conocimientos de árabe culto y dialectal. Fue autor de libros como "Abenhayán de Córdoba y su obra histórica" y "Campañas de los almohades en España", a la vez que colaboró com Ramón Menéndez Pidal en su "Historia de España".
Vaya este homenaje a fray Melchor Martínez (e indirectamente a Salvador Vila) para recuperar ecuánimente la tan traída y llevada Memoria Histórica.28 noviembre, 2008 a las 18:04 #33176Me sumo a las opiniones de este lector; la Guerra Civil ha dejado una huella terrible en la historia de España. Recordar a Salvador Vila, y a otros profesores como Polanco, etc., asesinados no impide rendir memoria a otras figuras víctimas de la trágica contienda, como es el caso del P. Melchor Martínez Antuña. En la reseña que se publicó en la “Miscelánea de Estudios Árabes” de la Universidad de Granada, en 2005, Vol.54, destaqué el hecho de que ambos, Vila y Martínez Antuña, fueron asumidos por uno de los dos bandos en litigio, y cayeron aniquilados por el bando contrario”, como dijo Mª Jesús Viguera. La reflexión de Ibn Hazm, en plena “fitna” o revuelta cordobesa fue muy certera: “la flor de la guerra civil es infecunda”.
Hace pocos días recordábamos a D. Tomás Navarro Tomás en su tierra de Albacete. Este gran estudioso de la Filología española, discípulo de Menéndez Pidal, tuvo que exiliarse por sus ideas políticas. Descubrí entonces su correspondencia con otra gran figura del arabismo español de la época: don Ángel González Palencia, de diferente ideología y sin embargo unidos por su común interés por los temas científicos que compartían.
(Enviado por Fernando de Ágreda) -
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